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Tercer Trimestre Historia IV

Terrorismo de Estado

Entre la hegemonía del silencio picana y  la hegemonía del capital

 

   “Se comunica a la población que a partir de la fecha el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta Militar. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial…” , decía  el dictador Jorge Rafael Videla, el 24 de marzo de 1976 cuando se producía  el último golpe de Estado en Argentina donde militares y civiles,  accedieron  al gobierno desplazando por la fuerza  a la presidenta constitucional María E. Martínez de Perón. La junta militar integrada por los jefes del Ejército Jorge R. Videla, de la Armada Emilio E. Massera y de la Fuerza Aérea Orlando R. Agosti, denominó a la Dictadura "Proceso de Reorganización Nacional", porque intentaba crear un nuevo Estado, de acuerdo a Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por Estados Unidos para América Latina, donde la seguridad del orden capitalista Neoliberal establecido,  era el valor fundamental al cual todo se subordinaba y las Fuerzas Armadas como reserva moral de la Nación tenían esa función en la lucha contra el comunismo en el contexto de la guerra fría.

    El neoliberalismo, como filosofía de poder individualista y egoísta, para lograr objetivos políticos y económicos necesitaba  un “cambio de mentalidad“,  lo que se lograría a través del disciplinamiento de la sociedad por parte de las Fuerzas Armadas para terminar con “la subversión" y lo subversivo era todo lo que cuestionaba el orden político, social y económico instituido, no solo grupos guerrilleros, sino cualquier persona con ideas diferentes: sindicalistas, intelectuales,  obreros, docentes, periodistas, estudiantes, religiosos, y mujeres embarazadas… y por entonces el Interventor en la provincia de Buenos Aires, general Ibérico Saint Jean afirmaba:"Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, en seguida a aquellos que permanezcan indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos''.

       ¿Por qué y cómo fue posible instituir un plan tan perverso e irracional…o muy racional de acuerdo a los intereses de los sectores dominantes y lo que es peor ¿cómo aún hoy muchas personas legitiman a la ultima dictadura como una “guerra sucia”, reproduciendo la “teoría de los dos demonios” algunos sin saberlo. El Estado posee el uso legitimo y exclusivo de la violencia física y de la violencia simbólica para reproducir y conservar el orden (Bourdieu),monopoliza las normas y la fuerza (Weber), lo que implica la creación de una cultura política común que construye la subjetividad donde el sujeto autónomo es más gobernable en la medida que se autogobierna (Foucault) en el disciplinamiento de la sociedad, y en eso la Dictadura Militar fue controlando y disciplinando a la sociedad en lo simbólico , por “el sentido común” construido y en lo físico, por el uso de la fuerza pública a través de un plan sistemático de secuestros, torturas y desaparecidos,  arrojando al mar a los subversivos en “los vuelos de la muerte” e intercambiando información y algo más entre las dictaduras latinoamericanas y la CIA (central de Inteligencia de Estados Unidos) con el “plan cóndor” mientras la “lógica neoliberal” y también su contralógica,  se establecían  como orden instituido en una sociedad autoritaria.  

      El  “Presidente” de facto Videla decía en conferencia de prensa: “el terrorista no sólo es considerado tal por matar con un arma o colocar una bomba, son también por activar a través de ideas contrarias a nuestra civilización occidental y cristiana” , y "Los desaparecidos no están, no son…". El Terrorismo de Estado, que fue la eliminación de toda oposición y el disciplinamiento de la sociedad mediante el miedo, como planificación sistemática, garantizaba la reproducción del orden neoliberal autoritario donde todo espacio físico o simbólico estaba controlado para “la erradicación de la subversión y las causas que favorecían su existencia”. Militares, policías, y los grupos de tareas aplicaron como método el secuestro en uno de los 300 centros de detención clandestino y la desaparición, de la prueba, del cuerpo del subversivo, a quienes se los torturaba y asesinaba además de perder sus bienes y sus hijos, en el caso de las detenidas embarazadas, mientras que en la sociedad se imponía “el no te metas“, “algo habrán hecho“ y “por algo será”, instaurándose “el salvase quien pueda”, como reflejo del cambio de mentalidad, entre la hegemonía del silencio-picana y la hegemonía del capital, entre el orden, jerarquía e impunidad y el silencio, olvido y desigualdades sociales.

      La represión y el miedo sirvieron de base para el desarrollo del neoliberalismo por parte del ministro de economía de la dictadura José A. Martínez de Hoz, que se profundizó  ya en democracia durante la presidencia de Menem, donde se reduce la intervención del Estado en la economía, se produce la apertura a las importaciones y  la toma de créditos internacionales que después no se pudieron pagar, las grandes empresas extranjeras fueron favorecidas perjudicando a la industria nacional, provocando su reducción o quiebre, además de disminución de los salarios, aumento del desempleo, perdida de derechos sindicales y laborales, crecimiento de la deuda externa, que en 1975 apenas superaba los 7000 millones de dólares, al final del régimen militar era de 40.000 millones y en los años 90 llegó a superar los 100.000 millones. Hacia 1979 decía María Elena Walsh : "Hace rato que somos como niños, pero no nos damos cuenta" mientras la propaganda oficial afirmaba que "Los argentinos somos derechos y humanos" pero los problemas económicos  y los problemas internacionales por las denuncias a las violaciones a los derechos humanos llevaron a que en marzo  de 1981, Videla fuera reemplazado en la presidencia de facto por Roberto Viola, sustituido en diciembre del mismo año por Leopoldo Galtieri,  que como estrategia para mantenerse en el poder ocupó las islas Malvinas en abril de 1982, reclamado por Argentina desde 1833. Gran Bretaña recuperó las islas en junio tras la breve guerra de las Malvinas y el desacreditado Galtieri fue reemplazado por el general de división Reynaldo Bignone, a quien no le quedo otra que convocar a elecciones y entregar el poder a un gobierno constitucional en 1983.

        El olvido fue la estrategia que aseguraba la impunidad de los sectores dominantes que dejaban el gobierno pero no el poder hacia 1983 en una sociedad obligada a no tener Memoria, dentro  de una cultura política funcional  al autoritarismo, al privilegio y  beneficios exclusivos de una minoría. Una sociedad disciplinada en el miedo, el silencio, la muerte  y la total subordinación a los intereses del capital financiero. Así como la dictadura creo el método de hacer desaparecer personas y pruebas, impuso también mecanismos para hacer desaparecer el recuerdo, estableciendo las condiciones para la reproducción del olvido autoritario, que se mantuvo en tiempos democráticos. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando recuperamos la democracia, la teoría de los dos demonios aceptada por el Estado condujo al olvido e impunidad que se materializó  justificado por la debilidad democrática, la reproducción del miedo al poder militar y la pacificación nacional. Alfonsín, fomento la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que originó el informe: ”Nunca más”, que permitió mostrar la racionalidad de un terrorismo de Estado, secuestrando, torturando y asesinando a obreros, estudiantes, escritores, empleados, docentes, amas de casa , embarazadas, niños … El nunca Más expresa que 8961 personas fueron detenidas y desaparecidas, pero  las organizaciones de derechos humanos como Madres de Plaza de Mayo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) denunciaron 30.000 desaparecidos. El  informe de la CONADEP sirvió de base para la condena a prisión en el  juicio a las juntas militares que no fue aceptado por las fuerzas armadas, obligando al gobierno a  sancionar  la ley de Punto Final (1986) que establecía un plazo máximo para iniciar los juicios  ; pero surgieron nuevos juicios en diferentes tribunales del país lo que llevó al malestar militar que se manifestó  con la rebelión carapintada encabezada por el teniente coronel Aldo Rico, en la Semana Santa de 1987 ; pero el pueblo consciente del peligro ,salió a las calles a defender a la democracia.  Alfonsín tuvo que tratar con ellos y poco después hizo aprobar en el Congreso la Ley de Obediencia Debida (1987), por la cual no se realizarían más juicios a los militares de menor rango, eximiéndolo de responsabilidad y hacia 1990 el presidente Carlos Menem indulta a 277 militares y guerrilleros procesados y condenados, entre ellos Videla, Viola, Massera anulando las condenas de 1985,.

       El gobierno militar puso fin a toda resistencia política, sindical, educativa , religiosa, social…pero no pudo vencer la resistencia  de las organizaciones de derechos humanos como “las locas” Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, quienes llevaron adelante el reclamo y la protesta pacífica por la violación de los derechos Humanos, resistiendo hasta en tiempos democráticos, hasta ser escuchados por el gobierno de Néstor Kirchner quién tuvo la decisión política de adoptar una posición a favor de las víctimas de la represión estatal aplicándose en consecuencias Políticas de Respeto a los Derechos Humanos a través del recuerdo activo de lo sucedido durante el Terrorismo de Estado y la teoría de los dos demonios es reemplazada por el terrorismo de Estado, la violación  de los derechos Humanos , dando origen a   iniciativa legales como la Imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de Lesa Humanidad, la  derogación del decreto que impedía la extradición de los torturadores de la dictadura militar,  la inconstitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final, como ejemplos concretos de una sociedad “democrática” disciplinada  por el “proceso” que poco a poco va perdiendo eficacia y la desmemoria dio lugar a la memoria, verdad y  justicia para garantizar una convivencia democrática sobre la esencia del respeto de los derechos humanos  y “nunca más” del Terrorismo de Estado y así poder construir el futuro que viene y no el pasado que vuelve.-

 

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