La Cultura Política en la conformación del  Orden y la Hegemonía

 

            La cultura política  incluye nuestra comprensión del mundo, nuestras representaciones sobre el poder, la autoridad, las relaciones sociales de poder, el conformismo social, lo lógico e ilógico… nuestras creencias previas de como son las cosas y como deberían ser. Creencias, valores  y acciones forman nuestra subjetividad individual y colectiva  que dan legitimidad al orden social, político y económico establecido. Ese orden ubica a cada grupo social en una estructura material y simbólica que construye la visión sobre nosotros mismos y sobre  los otros  en las relaciones sociales de poder. Todo orden social es legítimo si la sociedad cree en ese orden como válido. El Estado, como poder racional monopoliza las normas y la fuerza (Weber) ; como orden jurídico-político origina la  dominación de clase y los   mecanismos de reproducción de las relaciones de producción (Marx); como institución detenta dos monopolios: el de la violencia física y la violencia simbólica (Bourdieu) a través de los aparatos represivos e ideológicos (Althusser) ; el Estado como la combinación entre coerción y consenso, expresado en el conjunto de prácticas mediante las cuales las clases dominantes generan el consenso activo por parte de las subordinadas dirigiéndolas en procesos históricos ( Gramsci ).

              Para Michel Foucault el Estado reemplazó la búsqueda del bien común por la normalización, la gobernabilidad, a través del poder disciplinario que  permitió la producción social del individuo a través de la vigilancia jerárquica, el control y la sanción normalizadora (panoptismo).  Poder ejercido sobre el cuerpo del individuo y el de la población que vive y produce, basado en la creencia de que no hay progreso sin productividad y no hay productividad sin disciplina: vigilancia, supervisión, medición, docilidad, espacio, autogobierno. El ejercicio de poder  utiliza dos técnicas de biopoder, la técnica disciplinaria que se aplica sobre el cuerpo individual y después la biopolítica que se aplica sobre la población para el gobierno de la vida (natalidad, mortalidad). Los dispositivos de disciplinamiento se aplica sobre la mente, lo simbólico, ideologia, creencias, conciencia... y también sobre lo material, sobre el cuerpo sobre lo biológico, en las sociedades capitalistas. El Estado utiliza aparatos de dominación  para disciplinar a su población como las políticas de encierro en instituciones como Fábricas, Escuelas, Hospitales, … y los anormales o criminales en prisiones o manicomios.

             Para Louis Althusser, coexisten diferentes formas de dominación de violencia física y simbólica  desarrollado por los aparatos represivos del Estado (gobierno, administración, ejército, policía, tribunales, cárceles) y por aparatos  ideológicos del Estado (familia, religión, escuela, leyes,  partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación, intelectuales…) garantiza la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalista, para crear un “habitus político", que para Pierre Bourdieu, son esquemas mentales de percepción, apreciación, y evaluación de la realidad,  una forma de entender y actuar socialmente que los sujetos reproducen de manera involuntaria e inconsciente como resultado de la interiorización de la estructura social que naturaliza la dominación, su lugar en el orden social.

             Los Estados intentan tener el control, mediante leyes, ideología, coerción, educación, información… para llegar a un consenso compartido, donde  la cultura política socializa a los individuos creando orientaciones políticas, económicas y sociales democráticas o no.  Nuestros sistemas de representación, nuestra visión de la realidad, nuestra subjetividad, conformismo lógico y social, se impone a través de las distintas categorías construidas en interacción con el contexto. Pero ese saber construido "entre todos", es un saber políticamente controlado y disciplinado donde se establece la lógica que determina lo válido, que es favorable a los intereses de quienes lo imponen, de allí las desigualdades, injusticias sociales y multiplicación de excluidos. La lógica del Estado produce una subjetividad donde el discurso hace ver, hace creer, hace hacer para conseguir Hegemonía que de acuerdo a Antonio Gramsci, consiste en tener el control no por la violencia sino por la propia convicción, para conseguir la legitimidad, un consenso compartido basado en el sentido común, en un proceso de dominación social y política donde las clases dominantes ejercen el control sobre las otras clases mediante el liderazgo moral e intelectual.

             La cultura política, legitima las relaciones de dominación social, política y económica al naturalizar la reproducción de tales prácticas disciplinarias de dominación, pero la cultura política es también el escenario donde se produce la lucha por el poder, entre la identificación con el orden formado y el cambio posible para cuestionar nuestras representaciones mentales. La cultura queda entre una tensión entre los mecanismos de dominación y la resistencia… y es cuando nosotros debemos tomar conciencia para salir de la cultura aceptada, cuyos males se impone de arriba hacia abajo, pero el cambio corresponde de abajo hacia arriba, desde nosotros mismos, porque en la interacción  con el mundo consciente-inconsciente, vamos construyendo nuestra subjetividad. Subjetividad formada en el orden en que vivimos, pero que también se transforma… cuando nos damos de “nuestros males construidos” y vamos generando propias estrategias… desde nosotros mismos, buscando múltiples alternativas, para que podamos pensar,  sentir y actuar “por nosotros mismos”… y “con los otros”, lo que constituye la esencia, no solo  de la política en serio, sino también de la cultura. -

 

 

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