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Tercer Trimestre Ciencia Política

Cultura, Poder y el Fin de las ideologías

 

   El siglo XX fue testigo del desarrollo de las ideologías como instrumento masivo de dominación utilizado por gobiernos y movimiento sociales y políticos, donde los medios de comunicación y la radicalización de la protesta social  fueron los instrumento de la conservación y del cambio. El supuesto fin de las ideologías surge del pensamiento de un grupo de teóricos conservadores de Estados unidos y Europa, como Edwards Shils, Daniel Bell, Raymond Aron y Seymour M. Lipset, ya en los años 1960 que retoma fuerza con la obra “El fin de la historia y el último hombre” de Francis Fukuyama en 1992 donde afirmaba que el triunfo del capitalismo estadounidense sobre el socialismo soviético en la guerra fría (1947-91) significaba el fin de la idea de una sociedad proletaria (obreros) frente a una sociedad de clases medias basadas en la economía de mercado.

  El pensamiento del fin de las ideologías, porque solo quedaba en pie el capitalismo, era en si misma una ideología de derecha para legitimar el nuevo orden de la globalización neoliberal posmoderna, como nuevas formas de totalitarismo en una democracia de libre mercado, porque el dominio de la cultura influye ideológicamente a grandes masas según los intereses de las grandes potencias. Las ideologías seguirán existiendo mientras existan desigualdades sociales, explotación, pobreza, racismo, discriminación étnica y de género, exclusión, daños ecológicos, violencia, desnutrición, analfabetismos…por el simple hecho de  ser parte de una cultura compartida donde algunos se inclinan por mantener las cosas como están (Poder Instituido) porque les conviene y otros quieren mejorarlas (Poder Instituyente).

La cultura es el escenario donde se produce la lucha por el poder, el cambio y reproducción de las condiciones para la conservación del orden creado que tiene una lógica establecida por la clase dominante en la reproducción del conformismo social, el tipo de conflicto y sus soluciones posibles, y es también el ámbito donde cada grupo que comparte una cultura organiza su identidad (hoy globalizada) que puede cambiar dependiendo del sujeto que decide. La cultura como una instancia de conformación del consenso y la hegemonía, es decir de configuración de la cultura política y de la legitimidad,  puede estimular el conformismo y la opresión, al formar nuestra subjetividad (manera de pensar) pero debemos ser críticos en la era de la globalización que según García Canclini, consiste en un conjunto de estrategias de mercado (neoliberalismo) para ejercer el dominio de las corporaciones financieras y las macroempresas: como la industria del cine, la televisión, la música y la informática.

  Todo orden social, político y económico produce un discurso que hace ver, creer y hacer. Discurso controlado y redistribuido siguiendo un interés. Quién no analiza la información o noticias en los tiempos de la Posverdad (mentiras en base a creencias previas, falsas promesas, mentiras emotivas, decir lo contrario a la realidad) provenientes de las redes sociales, de las cadenas de mensajes de WhatsApp, de los programas de televisión o publicidades y solo se dedica a reproducir sin elaborar algo propio, no construye saber y se aleja del poder. El poder produce subjetividades, la forma en que nos vemos y vemos a los otros, en relación a la formación intelectual. Quizás por eso se reproduce que la educación universitaria es solo para quienes tienen la oportunidad de integrar la clase dirigente. Quienes tienen menores estudios, son en general los que deben ocuparse de las tareas más pesadas con la fórmula del “ trabajo duro y salario blando”. La relación saber y poder la podemos encontrar desde tiempos antiguos cuando el saber se concentraba de acuerdo con las comunidades en los sacerdotes, en los comerciantes, en los jueces, que formaban las clases privilegiadas.

  El fin de las ideologías y de la Historia, era y es  una ideología neoconservadora capitalista para crear una cultura favorable a la globalización neoliberal, que significa la hegemonía de las grandes empresas y los organismos internacionales de créditos. La Ideología totalitaria de mercado establece una nueva subjetividad favorable  a la aceptación de despidos masivos, trabajos flexibles y salarios que solo garantizan la subsistencia  de un trabajador disciplinado más como objeto que como sujeto de derecho. El  trabajador como objeto no necesita ejercer la libertad a la vida, solo pensar de forma no autónoma y actuar como máquinas automáticas para evitar ser un consumidor expulsado. Las ideologías siguen existiendo, porque las condiciones de la realidad obligan a una alternativa posible. El mercado no puede vender la idea de un mundo sin ideas políticas porque sin ideología no existe transformaciones ni utopías posibles.-

 

Bauman, Zygmunt. Vida líquida. Barcelona: Paidós. 2005. PDF

Bobbio N. Derecha e Izquierda Razones y significados de una distinción política . Taurus. 1996. PDF

Beck, Ulrich. 1998. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, repuestas a la globalización. Barcelona: Paidós. PDF

Castells, Manuel. La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza Editorial  2000 .PDF

Foucault, M. "Microfísica del poder" - Madrid, 1979 PDF

Foucault, M. Historia de la sexualidad. 3. La inquietud de sí" 2003 PDF

García Canclini Néstor Ideología, cultura  y poder, Buenos Aires, UBA. 1995 PDF

Inglehart, Ronald. 1997. Modernización y posmodernización. Madrid: Siglo XXI PDF

Therborn, G.La ideología al poder y el poder de la Ideología. Siglo XXI. Madrid 1987. PDF

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